ORÍGENES DEL MAQUILLAJE

La historia del maquillaje es milenaria. Su aparición se remonta a la Prehistoria, donde los productos de los que se disponía para maquillar el cuerpo se limitaban, prácticamente, a la arcilla, tierras de pigmentos colorantes y productos elaborados rudimentariamente a partir de grasas animales. De la interpretación de las pinturas rupestres, deducen que las mujeres del paleolítico ya usaban mejunjes para colorear de marrón rojizo diferentes partes del cuerpo. Los cazadores y danzantes en la edad de bronce se teñían partes de su cuerpo de rojo y negro, embadurnaban su pelo con arcilla. En los contenedores de huesos hallados, se han encontrado rastros de pastas coloreadas hechas de grasas y óxidos de hierro o magnesio que, se piensa, pudieron ser utilizadas para proteger el cuerpo de los rayos del sol, en aquel tiempo prehistórico.

La reconstrucción de la historia del maquillaje narra la cultura de cada civilización o pueblo alrededor de su higiene, baños y cuidados personales; la materia prima utilizada para dichas acciones; el uso de colores y pigmentos para la piel, sus utensilios y los materiales usados para colorear. Busca identificar la evidencia de acicalamiento y embellecimiento en estas culturas de acuerdo con los estatutos de poder, belleza signos de bienestar y coquetería.

Las antiguas civilizaciones como Egipto, Grecia, Roma y el mundo árabe ya ofrecían soluciones cosméticas al arte de embellecerse que iban desde el empleo de pigmentos vegetales, minerales, cremas, ungüentos y perfumes derivados de aceites esenciales hasta elixires y mascarillas de belleza elaborados de tejidos vegetales y/o derivados de animales. Usados en rituales de baño para hidratar y suavizar la piel costumbres refinadas y extendidas en toda Roma y Arabia, influidos por los egipcios y los griegos.

La evolución social de Egipto determinó un cambio en la forma de maquillarse los ojos, pero nunca cambió la finalidad esencial de ser un elemento cosmético y de medicina preventiva pues operaba como antideslumbrante, repelente de insectos, fungicida y evitaba la penetración del polvo del desierto. Dentro de su cosmogonía, los ojos eran considerados como la parte del rostro que transmitía las emociones y a través de ella se asomaba el alma; era el sitio donde se albergaban los pensamientos y por lo tanto se consideraba fundamental darles un realce especial.